PINGUÉCULA

Por
lo general, tiene un color amarillento y una forma triangular. De
ellas sabemos que crecen cerca de la córnea, que es, recordemos, la
capa transparente que se ubica sobre la pupila y el iris; es decir,
la zona roja que apreciamos en el ojo.
En
ese sentido, son más propensas a aparecer en el lado de la
córnea más próximo a la nariz, aunque eso no significa que no
puedan crecer en el lado contrario. Todo aquel terreno es propicio
para su crecimiento.
Ahora
bien, pese a que algunas pinguéculas alcanzan un tamaño
relativamente mayor, es decir, visible a la vista cercana, por lo
general son muy pequeñas. Si crecen, dicho crecimiento es solamente
gradual y solo se da en casos raros.
De
hecho, la mayoría de las veces no afecta la visión y solamente se
percibe como una mancha. Los pacientes pueden tener una pinguécula o
varias a la vez. El oftalmólogo es quien se encarga de
diagnosticarla.
CAUSAS
La
condición principal para que aparezca una pinguécula son los
cambios en el tejido de la conjuntiva. Las protuberancias que
aparecen están formadas por lo general por grasas, calcio y hasta
por proteínas acumuladas.
Si bien
la ciencia aún no ha logrado descifrar con certeza por qué aparecen
este tipo de protuberancias, algunos especialistas creen que esto se
debe a la exposición frecuente a la luz solar, el polvo, el viento u
otras partículas que circulan en algunos ambientes.
De ahí
la importancia de llevar gafas de sol o lentes que garanticen
protección plena a nuestros ojos. Dicha protección no solo debe ser
exclusiva de la temporada estival, que es cuando más nos exponemos a
los rayos del sol; también debemos protegernos en el resto de meses
del año si queremos conservar una salud visual óptima.
Otra
causa hipotética es el síndrome de ojo seco, una anomalía que
favorece este tipo de cambios en el tejido conjuntivo.
Síntomas
Ahora
que ya te hemos descrito qué es la pinguécula y sus principales
causas, echemos una mirada a sus síntomas más visibles:
- Irritación o sequedad en el ojo. Además de ser una causa de la pinguécula, la sequedad también es un síntoma manifiesto en algunos pacientes. A la vez, puede haber una sensación de irritación constante.
- Sensación de aspereza. En algunos pacientes se presenta una sensación de aspereza similar a cuando nos entra una arenilla en el ojo o cualquier otro tipo de partícula que obstaculiza el campo de visión.
- Picazón en el ojo o enrojecimiento. Otras veces la pinguécula se evidencia tras la aparición de un color rojo en la zona ocular, especialmente en la zona de la córnea, el iris y la pupila.
- Inflamación. Quizá es el síntoma más visible de esta anomalía visual. No en todos los casos supone una incomodidad para el paciente, aunque es mejor ir a al oftalmólogo para descartar cualquier complicación.
TRATAMIENTO
Por lo
general, la pinguécula no requiere tratamiento ni cuidados
especiales, salvo en aquellos casos en que esté asociada a otros
problemas visuales. Veamos algunas de las opciones de tratamiento más
habituales:
- Ungüento o colirio:
Estos
productos sólo se utilizan cuando el paciente presenta
enrojecimiento o un grado de irritación severo. No debemos
automedicarnos; el oftalmólogo es el único que puede recomendarnos
cualquiera de estos productos.
- Cirugía:
La otra
alternativa para tratar la pinguécula es la cirugía. La
conveniencia o no de estos procedimientos dependerá del aspecto de
la protuberancia. La cirugía es una opción que se recomienda sobre
todo cuando es necesario extirparla. Existen tres casos en los que
los especialistas recomiendan este tratamiento: cuando crece por
encima de la córnea y afecta severamente la visión; cuando genera
molestias de gran envergadura al intentar usar lentillas o gafas en
el día a día; y, finalmente, cuando el paciente presenta una
inflamación grave que se mantiene en el tiempo, incluso cuando se ha
aplicado ungüentos y colirios.
Por
desgracia, la pinguécula tiene cierta tendencia a reaparecer en la
misma zona donde ha sido detectada por primera vez. Este factor
también debe tener en cuenta antes de decidir si nos sometemos a una
cirugía u optamos por otro tratamiento.
¿Es lo mismo una pinguécula que un pterigión?
La
pinguécula ha sido tradicionalmente asociada a la aparición de un
perigión, que es otra anomalía visual similar aunque sus
características, su desarrollo y sus síntomas no son exactamente
los mismos. Veamos en qué se diferencian.
Para
empezar, el aspecto de un pterigión es distinto al de una
pinguécula. Su color es similar al color de la piel y por lo general
adquieren formas ovaladas, redondas y hasta alargadas que nada tienen
que ver con una pinguécula.
Adicionalmente,
su zona preferida para aparecer y crecer progresivamente es la que
está encima de la córnea. Esta distinción es clara, pues si una
pinguécula aparece en dicha zona pierde su denominación y se le
considera un pterigión.
En lo
que sí se parecen ambas anomalías es en que son benignas y, al
menos en sus primeras fases desarrollo, no suponen riesgos
significativos para la salud visual ni son un obstáculo declarado
para una buena visión.
La mejor
forma de prevenir la aparición de una pinguécula es protegiéndonos
de los rayos del sol. Este consejo está dirigido especialmente a las
personas que por su trabajo o profesión pasan muchas horas expuestos
al aire libre o a determinados ambientes. Los antejos contra el
viento, el sol y las partículas que circulan en el aire son un buen
método de defensa que debemos poner en práctica.
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