Anomalías del drenaje lagrimal: obstrucción de la via lagrimal

 

La anomalía del drenaje lagrimal más frecuente es la obstrucción de la vía lagrimal.
 

 
Cuando la producción de lágrimas supera la capacidad de evacuación a través de la via lagimal, es cuando la lágrima rebosa fuera del ojo. Ello ocurre, de forma puntual en episodios de llanto, o de forma permanente cuando existe una patología.
 
La obstrucción de la via lagrimal puede ocurrir tanto en adultos como en niños y dar lugar a frecuentes infecciones en los ojos.
 
En los recién nacidos, suele ser consecuencia de una inmadurez de la funcionalidad del sistema de drenaje, y acostumbra a corregirse espontáneamente con el paso del tiempo. En el caso de que genere infecciones oculares y no se corrija pasados unos meses, se suele optar por el drenaje mediante sonda.
 
En los adultos, suele ocurrir que, con el paso del tiempo el conducto lagrimal se va estrechando hasta llegar a cerrarse. Ello ocurre, con mayor repercusión en mujeres de más de 50 años y produce enrojecimiento del saco lagrimal, laxitud del párpado inferior, dolor e infecciones oculares. Esta patología recibe el nombre de dacriocistitis. Otras causas pueden ser de orígen genético, provocadas por traumatismos, por neoplasias o por dacrolitiasis (formación de cálculos en el saco lagrimal).

Otro tipo de anomalías del drenaje lagrimal provienen del defecto de bombeo o succión de las lágrimas hacia la vía lagrimal. Las causas son el envejecimiento, la parálisis facial o el ectropion (torsión del párpado).
 

Anomalías en la producción de lágrimas

 
Es posible que la vía lagrimal fluya normalmente pero el ojo presente un exceso de producción de lágrimas.
 
Aunque parezca paradójico, frecuentemente ello es debido a un ojo seco. La patología del ojo seco se produce por procesos inflamatorios que dañan la glándula encargada de producir las lágrimas. En ese caso, el ojo soporta un déficit de lágrimas que, a su vez, genera irritación ocular. Cuando la glándula lagrimal principal detecta esta irritación, se hiperestimula, de forma refleja, para producir episodios de excesos puntuales de lagrimeo.
 
Para tratar este tipo de lagrimeo, que no es causa sino consecuencia de otra patología ocular, la del ojo seco, es necesario abordar la causa.
 
 

Diagnóstico de la obstrucción lagrimal

A fin de comprobar si la vía lagrimal está libre o presenta alguna obstrucción, el oftalmólogo procede a realizar el sondaje de esta vía mediante una cánula muy fina. El procedimiento es indoloro, aunque puede resular molesto.
Si se precisa una comprobación más minuciosa del estado de la vía lagrimal, se puede requerir una dacriocistografía. Esta prueba consiste en la aplicación de una solución de contraste y la observación radiológica de su recorrido a lo largo de la vía lagrimal, para detectar si fluye durante todo el recorrido del ojo hasta la nariz, o se paraliza en algún punto.
Si se sospecha de que la obstrucción esté ubicada a nivel de la nariz, será el otorrinolaringólogo quien comprobará el paso, mediante el rinoscopio o, en caso preciso, solicitando un TAC de las fosas nasales, a fin de comprobar su situación anatómica. Ello suele ser necesario en caso de traumatismos. 
 

 ¿Se puede solucionar la obstrucción de la vía lagrimal?

 
En los niños suele ser suficiente la dilatación de la vía lagrimal mediante sondas,
realizándose bajo sedación anestésica.
 
En los adultos sólo puede solucionarse con cirugía, denominada dacriocistorrinostomía, con la que se hace un nuevo conducto que comunica la parte alta de la vía lagrimal con la fosa nasal. La cirugía se realiza con anestesia local y no precisa ingreso.

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